21 julio 2006

escalera nº14

La memoria es a veces una cabrona dulce, y sobre todo inesperada. Paseando la otra tarde por Gijón, el corazón me dió un vuelco.
Todo ocurrió durante el verano de 1995. En junio cumplí los 16, y comenzó la temporada de piscina. El año anterior había roto definitivamente con mi pandilla de verano, así que estaba más sola que la una, pero no me importaba nada. Por entonces yo era una de aquellas chicas empeñada en vestir de negro, que leía a Dylan Thomas y a Poe, y que siempre iba a cuestas con el walkman y la música de Nirvana, The Cure y Smashing Pumpkins. Aquel rol de "enfadada con el mundo" me protegía; o eso creía yo.
En las piscinas siempre hay socorristas, y en la que yo me bañaba había dos. Dos chicas. Una de ellas era la de años anteriores, pero la otra era nueva. Mi madre, que es muy sociable y que siempre se las apaña para localizar a gente de su patria, fue la primera en hablar con ella. Recuerdo que un día durante la comida me dijo: ¿Sabes que la nueva socorrista es de Gijón? Bueno, en realidad ella nació en Madrid, pero sus padres son asturianos, y toda la familia veranea en Gijón. Tienen casa allí. Se llama M. y es muy maja. Ante esta inesperada carta de presentación yo debí contestar, con tono huraño, algo como: Qué ilusión. Pero lo cierto es que yo ya me había fijado en M. "la socorrista", aunque me esforcé para que mi interés no se notara. Siemplemente observaba desde mi toalla. Me intrigaba. Algo en ella me gustaba, y eso que aún no habíamos intercambiado palabra.
M. y yo nos conocimos oficialmente una mañana en la que ella se acercó nadando hasta donde yo estaba. Casi me quedo muda cuando me dijo: Así que tú eres la hija de ###... Dijo muchas cosas, pero yo estaba tan paralizada que ni las recuerdo. Desde aquello, todo cambió.Cada día me impacientaba más en llegar a la piscina, y opté por trasladar mi toalla del extremo remoto de la piscina, a la posición más próxima a la sombrilla de las socorristas. Todo con sigilo, como si nada significaran aquellos cambios, y con la dosis justa de actitud distante para no levantar sospechas. Pero fue M. la que empezó a acercarse a mí, cada vez más, y así fue como descubrí cosas de ella. Supe qué estudiaba, qué le gustaba hacer, qué música escuchaba... Descubrí también que salía con un chico (aagghhrrr!!!), y que tenía 20 años. Cuatro años de diferencia de edad en aquel momento, eran para mí un abismo y me daban cierto vértigo.
Pasó junio y medio julio, y M. y yo ya hacíamos muchas cosas juntas. Comíamos bajo la misma sombrilla, teníamos charlas larguísimas mientras ella vigilaba a los bañistas, y pasábamos ratos eternos juntas. Yo, sin cobrar, era como una socorrista de repuesto, ya que me pasaba allí las mismas horas que M. Yo estaba loca por ella, y el deseo de besarla no paraba de aumentar con los días. Eso sí, no se me notó nada.
Una noche decidimos ir al cine tras cerrar la piscina, y fue la primera vez que me monté en su coche. Era un renault rojo prehistórico, pero a mí me parecía el vehículo perfecto para viajar a la luna. Tras aquella noche, aquel cine y aquel paseo en coche, hubo muchos más viajes siderales en el renault, teniendo siempre la misma sensación... las mismas ganas de hacer el amor con ella, allí mismo, en el minúsculo asiento trasero... Curiosamente, yo aún ni sabía lo que era besar a una chica.
La mayor sorpresa del verano llegó cuando mi madre invitó a M. a pasar un par de días de sus vacaciones en nuestra casa de Asturias. Me quise morir porque M. aceptó, pero sólo si yo también accedía a ir dos días a su casa de Gijón.
Llegó agosto, y tras dos días mágicos en mi casa norteña con M. y mi familia, ambas nos fuimos a Gijón. La casa de M. estaba situada perpendicularmente a la playa de San Lorenzo, justo frente a la escalera nº14. Allí nos bañamos, nos reímos, nos abrazamos, y allí fue donde me volví loca de ganas por besar a M. Por eso aquella playa se me quedó muy dentro, para siempre. La última noche que pasamos juntas en su cama, acariciamos nuestras espaldas desnudas durante horas... Fue uno de los momentos más intensos de toda mi vida. Aquello fue lo que ocurrió. Lo único que ocurrió, porque ni ella ni yo supimos leernos entre lineas.
En septiembre y ya de vuelta en Madrid, era tan fuerte lo que yo sentía por ella, que me asusté. Nunca le hablé de lo que me estaba pasando, así que me escapé. Me fui sin más, cosa que, por supuesto, ella no entendió.
Dos años después retomamos el contacto. Entonces le confesé que me gustaban (gustan) las chicas, puesto que ya había tenido varios "rollos", y me sentía más valiente y cómoda para hablar de ello. Al escucharme M. palideció, y fue entonces cuando ella me contó que durante aquel verano de 1995 quiso besarme. Sintió lo mismo que yo. Es más, dijo que seguía sintiéndolo... Yo sin embargo ya no sentía nada. Nada.
Tras aquella confesión sentí una rabia inmensa, al entender que pudo ser y no fue, y todo por no haber hablado, por no haber confesado, por no haber sabido interpretar las señales. Fue duro. Desde entonces, cuando alguien me gusta lo digo o lo hago saber. Sólo volví a hacer una excepción a esto, con una chica de la universidad con la que era más que imposible.
Actualmente no tengo relación con M. Sé que se casó y que tuvo una niña preciosa. La otra tarde, paseando junto a la playa de San Lorenzo, tuve un presentimiento. Algo me decía que iba a encontrarme con M. frente a la escalera nº14. Por supuesto, no ocurrió. Entonces bajé a la arena y me bañé. El mar estaba deliciosamente perfecto para diluir fantasmas del pasado.

5 Comments:

Anonymous Anónimo dijo...

Como siempre te digo...lo que no te pase a ti, no le pasa a nadie!!! Vale que esa vez, por miedo y desconocimiento del tema, no llegó a pasar nada, pero la oportunidad estaba ahí....¿¿¿cómo lo consigues??? Debe ser ese "algo" q después de tanto tiempo no llego a definir...

Me ha recordado un poco a las horas muertas que me pasaba al lado de la socorrista de la piscina porque me gustaba...ella mucho mayor que yo y tb con novio...aquello no llegó a nada y se me pasó pronto; sólo fue una forma de llenar un vacio en mi corazoncito durante el verano.

Leyéndote me he dado cuenta de las oportunidades que dejamos pasar muchas veces, y quiero empezar a coger al vuelo las mías...si es que algún día se me cruza alguna....jajaja!!!

Espero que te lo hayas pasado bien y que hayas tenido muchos más recuerdos agradables.

Hablamos y un beso

;-)...eresus

22 julio, 2006 14:59  
Anonymous Anónimo dijo...

Me ha gustado mucho tu historia. Todas tenemos alguna de ese estilo guardada por ahí. Los fantasmas se avivan cuando están cerca del mar.

24 julio, 2006 10:53  
Anonymous Anónimo dijo...

Me ha encantado tu historia. Quizás porque todos/as tenemos alguna parecida. A mí me acabas de recordar sobre todo esos nervios que se ponían en el estómago y cómo te temblaban las piernas cuando estabas allí...Me ha encantado.
Un beso

25 julio, 2006 18:20  
Anonymous Anónimo dijo...

Me ha encantado tu historia. ¡Qué bonita! Bufff... me ha dado un subidón romántico...Un beso bonita.
No dudes en tocar el 5ª2 si vuelves a pasar por el 158 ;)

28 julio, 2006 13:12  
Blogger Sandoz dijo...

Laleli, lo haré. Ayer estuve a puntito a puntito... ;)
Besos guapa.

28 julio, 2006 13:42  

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